EL PUNTO DE LAS ARTESOctubre del 2004.Pedro Dougnac,Arquitecturas soñadas. La arquitectura es uno de los tópicos de la historia del arte, podemos encontrarla de diferentes maneras, desde las “vedutas” venecianas,hasta los grabados sorprendentes de las cárceles de Piranesi o las visiones hiperrealistas del español Antonio Lopez. Entre las visiones de arquitectura, una de las obsesiones de los artistas ha sido siempre la presencia de las civilizaciones del pasado a través de las ruinas de sus construcciones, un gran misterio se genera en torno a imágenes que representan nosólo el pasado sino también la grandeza de un momento. Todo esto parece estar presente en los trabajos del granadino Pedro Dougnac que expone ahora por primera vez en Madrid. Sus visiones de las construcciones pueden analizarse desde diferentes puntos de vista; por un lado, una clara admiración por la Antigüedad y por el Renacimiento y sus formas contundentes, arcadas muros de sillería, etc. Por otro lado, los mitos de humanidad, como la Torre de Babel, por nadie conocida y por todos imaginada. También hay lugar para la creación imaginativa, composiciones esquemáticas en las que vemos que se plasma sólo la esencia de lo representado, intentando alejarse de modelos conocidos, como en el cuadro “Arco amurallado”. Para completar la visión del mundo de este artista no podían faltar las representaciones más cerca de simbolismo, de la búsqueda interior y de sus referencias cercanas en su ciudad natal como son “Encuentro nazarí” o “La torre de la Sabiduría”. Hasta ahora no he dicho nada de la pintura de Pedro, las caracteristicas que hacen que sus trabajos no sean meras vistas anticuadas sino que sean una visión totalmente contemporanea. En sus trabajos vemos como para él es fundamental tratamiento del color, que pasa de lo meramente sensorial al campo de lo simbolico , sus rojos y azules que aparecen con gran fuerza o el uso de los ocres cuando nos quiere llevar al ambiente de la Antigüedad idealizada. Sus formas se ven atravesadas por el expresionismo, las pinceladas siempre cargadas de fuerza la presencia de la mancha como constructora y no como obstáculo para la compresión nos dan cierta sensación de timidez que lo alejan de clasicismo en el dibujo que suele acompañar a estos temas. Modernidad y Clasicismo se dan la mano en estas arquitecturas soñadas para la creación pictórica.
LETICIA MARTÍN RUIZ
DIARIO SUR 8 Octubre 2004 PRESENCIAS IV “…… Pedro Dougnac próximo a la poética informalista, con una estupenda composición abstracta , de cromatismo muy armonico, en la que resaltan unos muy bellos azules ultramar…..” ENRIQUE CASTAÑOS ALÉS Crítico de Arte.
DIARIO SUR 7 Enero 2006 IV CERTAMEN PROVINCIAL DE ARTES PLASTICAS “……..Me refiero a las obras de Pedro Dougnac, de un expresinismo abstracto muy gestual de lograda armonía cromatica presidida por unos rojos intensos…” ENRIQUE CASTAÑOS ALÉS Crítico de Arte.
EXPOSICION DE UNICAJA“LA TAUROMAGIA”15 de febrero del 2002. Engañado por la túnica sangrienta muere el toro, Como el dios burlado, en la de su propia sangre. (José Bergamín) La fiesta es la fiesta. Para denfenderla no exiten argumentos. Pero sobran razones para amarla. Pedro Dougnac lo sabe bien y transfigura de inmediato su pincel en estoque, con el que hiere dulcemente de color la blancura expectante del lienzo. Dentro de esa herida crece un toro que se levanta airado, envistiendo el cielo con la media luna de las armas de su frente ; que se envuelve de azul añil en la espera negra de los corrales o que presiente la muerte en redonda soledad de una plaza bordeada con el papel de periódico. El toro y no el caballo, es un animal. Es el légado de la dehesa y es la piedra. Es asimismo la libertad del aire y de la nube ; la fuerza que se encierra en la desolada verdad el albero para enfrentarse inexcusablemente con el hombre. Y de aquí surge la liturgia del color y del ímpetu, que es lo que apresa fundamentalmente Pedro Dougnac, pues no exite en sus lienzos sangre. La muerte, el momento de la verdad, no está tan solo barrunta. Vistos a lo lejos , los cuadros son como una fiesta misma; una orgía de color y sutil armonía, la belleza del lance que se atesora en la memoria. Contemplados de cerca, sin embargo, se aprecia el desgarrón del drama, el azote de la pincelada, la arruga y el goterón, que se escurre y se seca sobre el febril textura interior del que se encuentra en la antesala misma de la muerte. Los cuerpos callados, inmóviles, cercanos; las caras sin rostro. Todo es severidad. El atuendo nos revela al diestro, al picador o los alguacilillos, que no son individuos sino fijos arquetipos de una ceremonia que se repite secularmente, desde las arcaicas orillas de Creta hasta la Maestranza. La fiesta , entonces, se espiritualiza , se despoja del tópico tonadillero y del colorín de cartel-de-toros, para reducirse a la elocuente desnudez de la esencia; la blancura del asta rozando la blanca bota del jinete, el rostro negro y morado del animal, el gesto de un hombre vigilante junto a otro que también avizora; y el silencio, ese silencio que abraza todo. El movimiento emana del vals que se traza entre la fiera y el capote . Es ésta una fiesta despojada de todo oropel. Sin algarabía ni chinchimpún. Por no haber, ni público. Tan sólo la mirada de Pedro Dougnac en la soledad ritual de su faena, trazando , no tanto en la tela como en los sueños, la desolada relación de unos cuantos elementos esenciales, imprescindibles para la ejecución de este inexplicable festín que aún se ama sin saber por qué. JOSE IGNACIO FERNÁNDEZ. Académico de las Letras.
DIARIO AXARQUIA “El ojo crítico” 4 de Julio de 2001. A cierta altura de la vida debemos hacer balance existencial, y lo importante es que este sea positivo. Sin embargo, nunca es tarde para empezar en casi nada, la edad mental depende de las ilusiones por cumplir y no del tiempo trascurrido. El amor inteligente debe saber compaginar la afectividad y la inteligencia , entendida esta como la forma de proceder más acorde en cada momento de la relación . Entendiendo la pintura como el amor hecho y trabajado basándose en cosas pequeñas ya que los sentimientos son paisajes interiores . Tanto para estar bien en lo primero como en lo segundo antes hay que estar bien con uno mismo, y esto es lo que consigue trasnsmitir Pedro Dougnac con su arte. En la soledad y en el silencio del mundo taurino se logra captar el tiempo , y la ensoñación de ese tiempo lento pide a Dougnac ser plasmado en un cuadro. Artísticamente la soledad y el silencio del universo de los toros son muy atractivos. Dos espacios que les gusta frecuentar a este pintor porque en medio de ellos evoca para reconstruir el tiempo. Realidad invocada por él que está , sumergida en la ficción y deambula cómplice entre los recuerdos. La tauromaquia pictórica de Pedro Dougnac si que es testimonio de la inmediaticidad de la sesibilidad con el contorno, y por tanto , sus toros expresan estados de conciencia profundos del hombre en cuanto sujeto y , en cierto modo, objeto de un ámbito cultural propio. De su obra expuesta se observa una evolución, un ir desbrozando, sintetizando, queriendo llegar a la máxima expresión con los mínimos recursos. La evolución de este artista es un caminar en dientes de sierra, le interesa que aparezca el trazo expresivo . No puede prescindir del color, de la composición, son aspectos básicos en él. EDUARDO ARBOLEDA Crítico de arte.